domingo, 30 de septiembre de 2007

Cien días

Parto de la premisa de que los “cien días” equivalen, utilizando el símil del automovilismo, no más que a la vuelta de reconocimiento; ésa que se da al circuito a paso lento para poner a punto las mecánicas y calentar neumáticos. Después empieza la carrera. En gestión pública ocurre lo mismo. Máxime cuando como en el caso del Ayuntamiento de Zamora, los dos pilotos con mayor equipo son nuevos en la competición y aún persiste el recuerdo y la inercia del muchos años anterior campeón. Tras la mala pretemporada en forma de campaña electoral, ambos comienzan titubeantes, como fuera de sitio. A las dudas se unió Adeiza. Tras cumplir su objetivo de ser fuerza decisiva, no se atrevió a ejercer el poder otorgado por arte de la ley D’hondt. Ahora necesita otra razón de ser. Mientras tanto observan y esperan. El triunfo mal gestionado se convierte en fracaso. Izquierda Unida, más de los mismo mientras funcione, algo inventado hace años por Rodríguez San León. El comienzo ha sido flojo, es innegable, pero de eso no se infiere la labor posterior. La alcaldesa necesita más tiempo para hacerse al puesto. En contra de lo que piensan otros altos cargos, incluido lo que probablemente pensaba mientras lo fue, la Consejera Valdeón, es más complicado ser alcalde que consejero. También su equipo ha de ensamblarse y completar el rodaje previo a demostrar de qué es capaz. Veremos si hay mimbres, aunque de la capacidad de algunos concejales no tengo ninguna duda. Lo mismo la oposición. ¿Acertará en los argumentos de crítica, huirá de la demagogia fácil? En ello estará la clave de su éxito a corto y largo plazo. De momento unos y otros tienen excusa para su poca actividad novedosa; las actuaciones que venían en marcha, a caballo entre ambos mandatos. Es fácil para la oposición, en lugar de aportar nuevas propuestas, ceñir su crítica a los asuntos “heredados”, aunque en algunos, casi todos, fueran copartícipes. Es cómodo para el gobierno, aunque poco inteligente, no asumir como propio lo que ya estaba en marcha, o más bien, no asumirlo desde el principio para aplicarle rápidamente las correcciones que estimen pertinentes. Los acuerdos adoptados en un mandato siguen legalmente vigentes en el siguiente. Así es siempre. Mantener el protagonismo de lo antiguo otorga a todos, no obstante, tiempo para tomar tierra. Del futuro, nada está escrito. Que será un mandato complicado y sinuoso se percibe. Que será más táctico que estratégico, se atisba. Que el comienzo no ha sido explosivo, es evidente. ¿Será que los cuatro líderes son funcionarios de carrera?

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