El virus de los mediocres

Defendía Borges que la principal amenaza para la libertad no es la tiranía sino la alienación, la negación de la individualidad y su anulación. Estamos en un mundo en el que lo colectivo, abstracto y obligatorio sigue teniendo una magnífica prensa pese a que el sistema que defendía la total eliminación de la individualidad en favor de la colectividad se desplomó por no poder sostenerse ni con la peor de las tiranías. En 2030 no serás propietario de nada pero serás feliz, eligen como lema los ricos más ricos del planeta, que son los dueños de los grandes oligopolios tecnológicos, reunidos en Davos. 

Podremos disponer de todo porque lo alquilaremos. Obvian añadir, que los propietarios serán ellos. Serás feliz siempre que no te salgas del camino marcado; compres en Amazon o AliExpress y no en la pequeña tienda de tu barrio; te comuniques a través del imperio Facebook y no cara a cara; tengas toda tu información y recuerdos en una nube que administran Google o Apple, no en un soporte físico de tu propiedad y cambies el uso del dinero en efectivo por  transferencias virtuales en código binario.

Pensamientos como el relatado, su defensa del individuo y su alejamiento del comunismo privaron al escritor argentino del Nobel de literatura más merecido del siglo XX. Lo individual no era, ni es, políticamente correcto. El que se mueve no sale en la foto, sentenció de forma mucho más chusca Alfonso Guerra. Mucho antes, Lenin y Stalin habían perfeccionado ese arte hasta convertirlo en realidad física. Como en 1984 de Orwell, de año en año, de las fotos históricas de la dictadura totalitaria bolchevique iban desapareciendo personajes a la misma velocidad con la que físicamente eran desplazados del Politburó al ostracismo, al Gulag o a la ejecución.

Olvidamos con frecuencia que sin la determinación de Churchill -sangre, sudor y lágrimas-, para salirse del redil político acomodado de la Inglaterra de los años 30 y tras el pacto Mólotov-Ribbentrop que alió al nacionalsocialismo alemán con el comunismo soviético, sin ninguna duda Hitler hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial. El mundo sería hoy infinitamente peor de lo que es. 

Ahora encarnizadamente los adversarios políticos y vergonzosamente algunos de sus compañeros de partido, tratan de llevar a la hoguera a la presidenta de la Comunidad de Madrid por salirse de la línea normalizada de no hacer nada distinto y ser la única que habilita un IFEMA, construye un Zendal y protege, arriesgándose políticamente, con mucho mejor resultado que los demás, la salud, la economía y los puestos de trabajo de sus ciudadanos. Contra Díaz Ayuso unen sus voces el criminoso gobierno de la nación y varios mediocres dirigentes autonómicos, entre ellos los de Castilla y León. ¡Está loca, va a su aire!, vociferan asustados. Cuidado, en la hoguera no solo se quemaron supuestas brujas, también a Juana de Arco. A veces los ciudadanos dejan de ser rebaño y, uno a uno, deciden defender su libertad, a quienes la respetan y protegen. Y se enfrentan a quienes solo en manada son capaces de ocultar su incapacidad y cobardía disfrazándola de bravuconería o despotismo