domingo, 12 de marzo de 2017

La mejor elección

Tras amagar con ello varias veces a lo largo de las casi dos décadas que lleva como máximo representante del PP de Castilla y León y presidente de la Comunidad, Herrera comienza a arriar las velas y dar por concluida su travesía. Todo indica que empezar a hacerlo por su puesto de partido y no, como es lo más habitual y menos traumático, dejando primero las responsabilidades de gobierno no es algo sin unas causas bien claras y determinadas, el reconocimiento de su derrota por no haber sabido plantar cara a “Madrid”. 

Desde su recomendación del año pasado a Rajoy para que dejara el relevo con aquella ya célebre frase del espejo hasta la fallida estrategia para ceder su puesto a Rosa Valdeón -a la que luego han devorado las pirañas del partido- tras las elecciones autonómicas de hace dos años, Herrera ha ido viendo lo que otros han visto en otros momentos. Que estaba de más, que solo es un pepito grillo al que nadie toma en cuenta en las grandes decisiones fuera de la que es estrictamente su competencia de gobierno. Y ello con un punto álgido, el inexplicable ascenso de Martínez Maíllo a la corte de Rajoy en contra de su opinión y criterio sobradamente conocidos y quizás precisamente por esa oposición.

Herrera empieza a irse y resulta tan palmaria y arraigada la falta de democracia interna en el PP que no es extraño que políticos, periodistas y analistas celebren de forma unánime como un gran avance democrático que vaya a haber votación para elegir entre los dos candidatos que se han postulado en el escueto día que quedaba de margen entre el anuncio de la retirada y el cierre del plazo para presentar los avales. Con tan escasa capacidad de maniobra, las cartas oficiales estaban marcadas y limitadas: El candidato de Herrera frente al de Rajoy y Maillo.

No obstante, gane quien gane, sin grandes cambios. Ha estado sincero Herrera al decir que ambos se han criado a sus pechos. Moderadamente sincero, dado que si bien Antonio Silván es uno de sus hombres de máxima confianza y del que ha obtenido permanente lealtad, el caso de Fernández Mañueco es de esos que solo ocurren en política con una cierta frecuencia. Ha llegado hasta aquí gracias más a la inercia y la pereza por hacer cambios que al afecto y la empatía con Herrera. Con el primero la duración de la bicefalia será consensuada. Con el segundo a Herrera le quedan dos telediarios en el gobierno.

Ninguno de los dos es el político valiente, atrevido y transformador que nuestra moribunda región necesita. Si yo fuera militante del PP anhelaría, como anhelo, otros liderazgos para mi tierra pero, de entre lo que se ofrece, votaría por la lealtad, capacidad de gestión y bonhomía de Antonio Silván. No lo soy desde hace casi un año y lo que pienso es que esa fue mi mejor elección.


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